El Impenetrable

Seguimos en la provincia argentina de Chaco. Despertamos en Villa Río Bermejito, un paraje espectacular enclavado en la orilla de ese río que desemboca en el gigante Bermejo. Gracias a las recientes lluvias que en esta época hacen crecer las aguas, nos recibe un paisaje verde y de fauna exuberante. Nos acompañan monos aulladores, garzas, colibrís (o picaflores), venados y más animales que conviven a la vera del Bermejo.

Mientras unos viajeros recorremos en lancha el Bermejito para adentrarnos en el corazón de un Chaco que se parece más al entorno amazónico que a los áridos paisajes que aparecen en el imaginario popular de los países que lo forman: Argentina, Paraguay y Bolivia, otros quedan en las cabañas trabajando en sus proyectos.. Algunos dándoles forma y otros procesando todo lo que hemos ido viviendo estos cinco primeros días.

la foto

Dibujo del artista plástico paraguayo Daniel Milessi, inspirado en una de las historias que encontramos en Chaco Ra’anga

 

Por la tarde, guiados por Raúl de León, maestro, técnico agrícola y forestal, apasionado por el bosque y la vida, conseguimos entrar en el bosque conocido como el Impenetrable y pronto descubrimos por qué es llamado así. En esta época del año inmensos quebrachos, cactus, algarrobos y vinales conviven con el famoso samu’u en flor, también llamado palo borracho, y cuya encorvada figura y sus flores blancas y amarillas le convierten en uno de los árboles más característicos del Gran Chaco.

Es imposible caminar a través del Impenetrable sin un machete. Raúl comparte con nosotros su sabiduría, su ojo experto que detecta una grandiosa variedad de tipos de árboles y pájaros sin dudar un segundo. Con él llegamos también a territorio del pueblo qom, que posee de forma comunitaria unas 150.000 hectáreas de bosques, a unos 80 kilómetros de la ciudad de Castelli, bajo la Asociación Comunitaria Meguesoxochi.

Nuestro guía nos explica que la zona sufre una continua deforestación por parte de empresas sojeras, ganaderas y madereras y nos conmina a extender el amor por la naturaleza que él comparte con los pueblos nativos del lugar.

Hablamos con aldeanos y paseantes para conocer mejor sus necesidades, hacemos fotos y entrevistas y subimos de nuevo a los siete coches que nos transportan para continuar por los difíciles caminos hasta la ciudad de Castelli.