Por José Selles-Martínez, geólogo argentino y profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA)
“Se tira de esta (y Gabriel nos mostraba como hacerlo) y se descarta lo que queda” y mientras hablaba separaba así distintos trozos rasgados a lo largo de la hoja del chaguar. “Luego se toma la mitad que queda y se hace lo mismo, una mitad se guarda y la otra se descarta y así varias veces hasta que se prepara todo el material”. Gabriel, nuestro guía, es egresado de la escuela bilingüe de la ciudad argentina de Nueva Pompeya (Chaco) y, mientras nos acompaña desde el antiguo edificio de la Misión hacia la escuela,aprovecha el trayecto que debemos hacer a través del monte para ilustrarnos sobre los árboles autóctonos y sus usos.
Los filamentos que se obtienen de las hojas del chaguar son hilados y retorcidos para formar pequeños cordones con los cuales se hacen las artesanías textiles tradicionales. Las fibras, de un color crema suave, pueden ser teñidas con tintes naturales que se obtienen de las plantas y frutos de la región. Con estas fibras se tejen fajas, faldas y bolsas de diferentes tamaños y usos (entre los que la tecnología moderna ha introducido los porta-teléfonos móviles…).
Solo un rato antes, las artesanas de la Misión Nueva Pompeya nos habían mostrado (y habíamos adquirido con franco entusiasmo) juguetes realizados con las fibras sin hilar que representaban animales del monte y también bolsas de fino cordón retorcido. Estas últimas mostraban diseños muy variados, geométricos, realizados en diferentes colores.
El domingo siguiente, en la localidad argentina de Tartagal (Salta), luego de departir largo rato y animadamente con la gente de la radio “La voz del indígena”, también tuvimos oportunidad de admirar (… y adquirir) más obras de estas características. Para completar nuestra “formación” en el tema, cuando participamos del encuentro con la gente de EPRASOL en la localidad de Ingeniero Juárez (Salta)recibimos un par de muy atractivos folletos y pudimos aprender el significado de los dibujos que tanto nos habían impresionado.
Esos dibujos, que para nuestros ojos curiosos solo representaban motivos geométricos, tenían significados precisos para el ojo experto. Representan rasgos de pájaros y de animales, como huevos de aves, sus plumas o sus garras o la piel de los felinos, las ranas o las víboras y hasta los ojos del burro, un animal introducido por la colonización española, se han incorporado a esta rica colección de diseños.
Generación tras generación, las mujeres del Gran Chaco transmiten técnicas y diseños que ponen de manifiesto, una vez más, la estrecha relación de los pueblos originarios con el monte en el que siempre han vivido y del cual les duele ser expulsados.