Cedemos este espacio, que relata nuestra última aventura, a uno de nuestros viajeros paraguayos. Sebastián, un experto en aves, en medioambiente y también juntando letras.
El camino que une Castelli con Nueva Pompeya, pasando primero por Miraflores, nos introduce en el mero Impenetrable. De manera cruda y sin tapujos, tierra, polvo y barro configuran el andar de la caravana. A nuestros costados el paisaje se sucede entre bosques caducifolios xerofitos, gramíneas, palmares, sabanas, cardonales y estepas galófilas. Nos movemos hacia el noroeste, hacia un Chaco cada vez más seco, aunque todavía bajo la influencia del Bermejo lo que nos presenta trechos de bosques altos de algarrobos, quebrachos y palo borracho.
Misión Nueva Pompeya (ex «Fortín Pérez Millán») es una localidad y municipio del departamento General Güemes, a 185 km de la capital departamental Castelli, dentro de la formación fitogeográfica “El Impenetrable Chaqueño”; y a 1 km del río Bermejito. Sus calles polvorientas me remiten a Mariscal Estigarribia, Chaco paraguayo, pero también a imágenes de Pedro Páramo o la misma Macondo.
En el hotel Clemente, casi como un tramite, almorzamos milanesas de matambrito a la pizza, antes de volver a meternos por una arteria polvorienta que tras 25 km nos lleva a Campo Palermo, propiedad de una pareja de campesinos.
Mirta Molina y Catalino Guzman tienen una pequeña casa rectangular de ladrillos, una puerta en el medio y dos ventanas. Cientos de cabras y ovejas pastorean alrededor, entre quebrachos blancos (Aspidosperma quebracho-blanco), quebrachos colorados (Schinopsis balansae), palos santos (Bulnesia sarmientoi), palos cruz (Tabebuia nodosa) y algarrobos (Prosopis sp.). La experiencia de esta familia campesina representa no solo un ejemplo de modelo productivo eficiente y de uso racional de recursos, sino por sobre todo una filosofía de vida que pone énfasis en el trabajo familiar, en la economía de intercambio local y en un profundo entendimiento del ecosistema chaqueño que, necesariamente, implica una actitud de respeto y protección de sus bosques.
En las doscientas hectáreas parte de su propiedad, Mirta y Catalino practican el pastoreo de monte, sistema que se fundamenta en la protección del suelo y las plantas. En efecto, sin suelo y plantas forrajeras los animales no pueden subsistir en régimen de pastoreo. Con un buen manejo de pastizales y con pastos nutritivos en un suelo estabilizado, la producción y desarrollo del animal son prácticamente automáticos. En el Chaco seco, la escasez de lluvias hace que las masas forestales sean bastante claras y el crecimiento de los árboles relativamente lento. Sin embargo, a su sombra medra considerable herbaje muy adecuado para el ganado y la fauna silvestre.1El caso de esta familia demuestra que la ganadería en base al pastoreo de montes representa un sistema sustentable que promueve la protección de los bosques y la diversidad faunística asociada a ellos.
Mirta y Catalino también producen carbón vegetal utilizando ramas caídas y árboles secos, procesados en un horno portátil al aire libre, lo que evita que las personas que trabajen en dicha tarea estén expuestas al humo.
A las cabras, ovejas y vacas, se suma la producción a escala de consumo familiar de chanchos y gallinas, con lo que complementan su modelo productivo, atendiendo a todas sus necesidades de ingesta calórica y permitiendo la posibilidad de excedente para el intercambio a nivel local, fortaleciendo la economía de la comunidad. Todo esto, sin necesidad de desmonte.
Mientras recorremos los rededores de la casa, el sol de la tarde convierte al paisaje chaqueño en una fotografía tornasolada. Pronto estamos en marcha.
Camino a Nueva Pompeya, el camino se vuelve un tunel de polvo que, poco a poco, se confunde con la noche.
1Principios de ordenación del pastoreo en los montes – Secretaría de la FAO – Disponible online en: http://www.fao.org/docrep/x5371s/x5371s04.htm